Nuestro estilo de vida actual ha traído grandes beneficios en relación al bienestar y el confort pero también nos ha limitado en otros aspectos, entre los cuales está la conexión con nuestras emociones. A través de diversos mecanismos hemos aprendido a mantenerlas ocultas y esto ha generado consecuencias nocivas para nuestra salud integral.
Las emociones son una forma de energía por lo que siempre buscará la forma de liberarse. Ese bloqueo producirá una presión que, tarde o temprano, se hará visible. Y esto sucederá a través de enfermedades, dolencias y conflictos.
Los perros, por su naturaleza, son muy sensibles a nivel energético y tienen la capacidad de percibir las emociones de las personas con las que se vinculan. Si nosotros no procesamos nuestras emociones bloqueadas, esa energía encontrará en nuestros perros un canal para poder ser liberada. ¿De qué forma? A través de enfermedades, afecciones y comportamientos conflictivos. Podríamos considerarlo como una respuesta biológica de supervivencia, si ellos liberan la carga de sus humanos y del ambiente en el que habitan, se aseguran poder seguir siendo atendidos y protegidos.
A través de la biodescodificación emocional del sentido biológico, es posible analizar la situación que presenta el perro para colaborar en su bienestar y salud general.
Existen infinidad de casos en los que se puede observar esta dinámica: Desde perros que se comportan de diferente manera según con quién pasean hasta casos más complejos como aquellos en los que los perros desarrollan los mismos síntomas que sus humanos e incluso enfermedades con mayor gravedad.
Un caso que atendí en consulta fue el de una pareja que tenia un perro que presentaba reactividad severa. Era muy difícil salir a la calle porque reaccionaba con todos los perros que veía y a gran distancia, por lo que siempre salían de a dos para ir vigilando la zona y en horarios en los que hubiera poca actividad.
El tema era que ella generaba excesivo control sobre el perro, a tal punto que ni siquiera dejaba que su pareja tomara la correa. Cuando tomó conciencia de lo que estaba sucediendo y logró "soltar el control", también pudo dejar de controlar otros aspectos de su vida. Conectó con emociones muy antiguas, las reconoció y se dio la oportunidad de sentirlas. Al liberarlas también liberó a su perro de esa carga, quien finalmente pudo tener paseos en calma y de calidad.
En lo que respecta a las emociones, no da resultados decir "ojos que no ven, corazón que no siente". Diría que todo lo contrario. Cuanto más miramos hacia otro lado, más grandes se van a hacer porque, en definitiva, verlas es el primer paso del camino de la sanación. Si cerramos los ojos por miedo al dolor, nos acostumbramos a un dolor emocional que, si se hace crónico, se transformará en un dolor físico que nos pondrá más limitaciones para avanzar.
Es esencial responsabilizarnos de nuestra historia de vida, de los enojos, tristezas, miedos y, en definitiva, de todas esas emociones que hemos decidido ocultar. Tomar conciencia de ellas, recocerlas, sentirlas y liberarlas nos brindará, tanto a nosotros como a nuestros perros, mejor calidad de vida en todos los aspectos.
Lorena Constanza Colmenero
Asesoramiento Integral en Comportamiento Canino